Protección contra Altas Temperaturas
Los cambios de temperatura producen variaciones de volumen en los elementos constructivos, cuya magnitud depende de la temperatura y del material.
La práctica ha demostrado que a pesar de duplicar la dilatación, el revestimiento de yeso no presenta dificultades en su adherencia al hormigón. Sin embargo debe evitarse el choque térmico brusco.
La inercia térmica depende en primer lugar de la difusividad de los materiales en relación con el acondicionamiento higrotérmico. También depende de la velocidad de enfriamiento de los paramentos, que es directamente proporcional al almacenamiento térmico de los mismos y por tanto a su calor específico, e inversamente proporcional al coeficiente de transmisión térmica total del paramento.
A los tendidos de yeso se puede adscribir un calor específico, ce , de unos 900, para una humedad de equilibrio de hasta un 1 %, y una densidad de 900.
También interviene la velocidad de propagación de la onda térmica, que asimismo es proporcional a la difusividad del material, y al factor de amortiguamiento, que nos da una idea de la inercia térmica de cada material.
Se observa que el yeso es un material que en función de su densidad proporciona una inercia térmica similar a la de los elementos de construcción tradicionales.
Se considera, pues, la inercia térmica como una propiedad de la construcción tradicional que el yeso comparte en la medida que forma parte de ella y no comparte en la medida que se integra en la construcción ligera, por medio de algunos tipos de prefabricados.
Para conseguir el mismo efecto total de aislamiento térmico, el coeficiente de transmisión total del calor de los elementos ligeros debe aumentarse, en los cálculos correspondientes, en un 50 % aproximadamente sobre el determinado para una edificación pesada.
Se entiende por confort térmico superficial a la sensación térmica percibida al tocar la superficie de un material, con independencia de la que realmente posee. Esta propiedad es muy importante en el bienestar de los locales, ya que en definitiva la mayoría de las veces es un hecho subjetivo el que hace que se califique un local como confortable.
Se ha observado que elementos constructivos con idénticos coeficientes de transmisión total del calor, tienen diferente confort superficial, según sea el orden de colocación de los distintos materiales que lo integran. Así se sienten como fríos al tacto, los metales, el vidrio, la cerámica, el mármol, etc., mientras que se encuentran como confortables, la madera, las fibras sintéticas, la lana, etc.
El confort superficial depende del denominado «coeficiente de penetración térmica» del material, de modo que cuanto menor sea éste, más confortable será el tacto de su superficie.
El coeficiente de penetración térmica, b, depende directamente del coeficiente de conductividad térmica, del calor específico, y de la densidad de cada material considerado.
El yeso está muy cerca de los materiales más confortables superficialmente y puede ser considerado como adecuadamente cálido.